jueves, 1 de diciembre de 2011

Breve análisis del sindicalismo de la transición y el actual

Existen dos modelos sindicales diferentes. El modelo sindical cambia a mediados de la década de los 80 con la Ley de Libertad Sindical de 1985, que establece los titulares de la libertad, las libertades sindicales individuales y colectivas, y modifica el tipo de representación de las organizaciones sindicales, introduciendo un sistema de representación proporcional. Además, desarrolla la acción sindical legislativamente. A partir de este hecho, las organizaciones sindicales comienzan a reestructurarse de acuerdo con su papel en la sociedad (mayor en cuanto más representatividad tenga). Surgen los comités de empresa y los delegados sindicales, y todo sindicato puede presentarse a las elecciones sindicales. Además, con el cambio de planteamiento también los empresarios cambiaron su concepto de capitalismo, y aprovecharon el empuje de la nueva era de la información y la comunicación, para crear nuevas necesidades por medio de la publicidad, alimentando a la sociedad del consumo y dando mayor heterogeneidad a la estructura del mercado.


Las características de cada modelo se determinan en función del contexto económico, político y social en el que se desarrolla, a la vez que en su estructura e ideología. Cada modelo pertenece a una situación determinada, y aunque la ideología se mantenga, y en función de ella se establezcan los valores de la organización, eso no quiere decir que sus opiniones sobre ciertos temas no cambien y que no se adapte a nuevas situaciones políticas como es la democracia. La carga ideológica y las aspiraciones finalistas son las que establecen el objeto, los medios y la composición del sindicato. El carácter de su lucha va en función de las necesidades de los trabajadores, por lo que si antes se necesitaba el apoyo de los trabajadores al sindicato para salir de una situación de violencia y represión política, ahora se necesita ese mismo apoyo para salir de una situación de represión económica y social, que contagia también al ámbito político.


El cambio de un sindicalismo a otro repercutió negativamente en la función social real de los sindicatos. Si el sindicalismo español está en declive es por los medios de representatividad, que alimentan la pasividad de los ciudadanos y el desinterés por exigir la solución a los problemas y a los partidos políticos, y en concreto, la pasividad de los trabajadores hacia los sindicatos que se consideran mayoritarios. La falta de participación en los procesos de decisión y de responsabilidad en los asuntos políticos, económicos y sociales, es lo que hace que los sindicatos sean unas organizaciones de la sociedad civil con una función poco creíble en las luchas de los trabajadores, obsoletas en sus estructuras y con estrategias que no facilitan la defensa de los intereses de los trabajadores en muchos niveles. De forma que, se puede afirmar que un cambio en la estructura sindical, sería un buen comienzo para el relanzamiento de las organizaciones sindicales en las luchas obreras. Y si ni los sindicatos sirven, deberían ser los propios trabajadores los encargados de la unión y organización de las personas que luchan contra las diferencias sociales, la violencia y la explotación de los ricos a los pobres, o de las empresas a los trabajadores.

J.M.W.

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