jueves, 8 de diciembre de 2011

El significado del 1 de mayo

Los mártires de Chicago

A finales del siglo XIX la explotación capitalista estaba en su esplendor. Las ínfimas condiciones que soportaban los trabajadores provocó que empezaran a movilizarse contra el poder.

La reducción de la jornada laboral se convierte en bandera de lucha. Esta propuesta despertó un apoyo generalizado entre la clase obrera, ya que por aquella época el horario de trabajo obligatorio era de entre 12 a 14 horas diarias al que no estaban excluidos los niños y las mujeres, que cobraban incluso un salario inferior al de los hombres, que ya de por si era extremadamente bajo.

8 horas: para trabajar, para descansar, para disfrutar

En 1886 EEUU vive meses de intensa agitación en las fábricas y en las calles, finalmente el 1º de mayo es convocada la primera huelga general por las 8 horas.

Aquel día miles de trabajadores se movilizaron, la huelga paralizó la mayoría de las fábricas de los Estados Unidos y Chicago pasó a ser  el epicentro de los acontecimientos.

La clase obrera desafió el poder de los capitalistas y por tanto, la represión no se hizo esperar. El ensañamiento policial fue brutal. A pesar de todo, el movimiento no se detuvo. En Chicago el paro fue generalizado aunque empresas como la fábrica Mc Cormick, impidieron la organización y  despidieron a más de mil obreros, en repulsa de ello, los huelguistas se concentraron frente a la puerta de la fábrica.

Spies, dirigente anarquista, lideró el acto. Su mensaje fue interrumpido por un grupo de esquiroles que se hacieron presentes para romper la huelga. Los enfrentamientos no tardaron en llegar, pero en ese instante la policía comenzó a disparar  indiscriminadamente, dejando seis muertos y varios heridos.

4 de mayo Haymarket

La indignación obrera se apoderó de la ciudad de Chicago, miles y miles de obreros reforzaban la huelga. La noche del 4 de mayo se convocó una concentración popular en la plaza de Haymarket en repudio a la represión. Todo transcurrió en aparente calma hasta que repentinamente la policía volvió a arremeter contra la multitud. En medio de la expectación estalla una bomba, se producen detenciones masivas y los dirigentes, son apresados, se los acusa de ser los autores del atentado.

El juicio

La gran farsa abre el telón. El inglés Fielden, los alemanes Spies, Schwab, Engel, Ficher y Lingg y los norteamericanos Neebe y Parson son acusados de pertenecer a una sociedad secreta, cuyo fin es destruir a través de la dinamita el orden establecido. Todo estaba preparado para condenarlos. El jurado estaba seleccionado cuidadosamente, todos ellos despreciaban la lucha del proletariado. Frente al jurado desfilaban más de mil falsos testigos, cuyo prejuicio hacia anarquistas y socialistas estaba evidenciado de antemano. El fiscal del Estado elabora la tarea para la que le ha sido encomendada, una tarea ineficaz porque nada  pudo ser probado pero poco importaba ya, porque el resultado del juicio estaba resuelto antes de su inicio. La clase dominante quería realizar una sanción ejemplar. La fiscalía exclamó que "los dirigentes no son más culpables que quien los siguen", por tanto, buscaban condenarlos a la horca como lección a los demás, protegiendo así su modelo de estructura social.

Todos fueron considerados culpables, Neebe condenado a 15 años de prisión, Fielden y  Schwab a cadena perpétua. Louis Lingg apareció muerto en su celda, se suicidó con dinamita, ese fue su acto final de protesta.

El 11 de noviembre de 1887 los carceleros fueron a buscar a Spies, Engel, Parsons y Fischer  para llevarlos a la horca, sentenciando así su condena.

En el momento en el que la sentencia se lleva a cabo, Spies grita “la voz que vais a sofocar será más poderosa en el futuro, que cuantas palabras pudiera yo decir ahora

 La lucha no cayó en saco roto, la patronal accedió a otorgar la jornada de 8 horas. Años después, en 1893, Fielden, Schwab y Neebe fueron perdonados y puestos en libertad. Cada 1 de mayo,  los anarcosindicalistas de Chicago son recordados como símbolo de la lucha de la clase trabajadora. 


Aurora Mesto



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